martes, 17 de septiembre de 2019

Hubo una vez...

Transcurrían las vacaciones de verano y como de costumbre las pasaban con el abuelo. La mirada del hombre reflejaba  la ternura inmensa que  sentía por sus nietos  a quienes malcriaba tanto como podía. Estar con  ellos lo devolvía a su niñez, se sentía feliz  con cada aventura compartida, en las pescas, la búsqueda de bichitos extraños en los árboles o la tierra; cada hallazgo merecía una lección de biología que los peques escuchaban fascinados. Otra cosa que disfrutaban era hurgar en el galpón de  herramientas de la casa y el cuarto de los recuerdos , ese lugar que permanecía cerrado desde que enviudó..
La vida del hombre discurría entre ver los partidos de fútbol , escuchar música, algo de ejercicio en bici y la lectura además de esperar. las vacaciones para ver a sus nietos. Las reuniones familiares se fueron  espaciando cada vez mas con el fallecimiento de su esposa y los tiempos acotados por  el trabajo profesional de sus hijos. Felizmente  contaba con los chicos que ponían  adrenalina a sus días y llenaban todos los espacios de la casa y su corazón, cuánto los amaba !
Una tarde de verano trajo una lluvia torrencial que desafió la creatividad del abuelo para entretener a los chicos,sacó los juegos de mesa luego vinieron las adivinanzas y la lluvia no cesaba.
Al atardecer mientras miraba el informativo en la tele ellos se escabulleron dentro del cuarto donde aquel hombre guardaba sus trofeos, albumes de fotografías familiares,aparatos de música, todo estaba muy ordenado y clasificado razón por la que no se les permitía  entrar ni tocar nada sin su autorización. La pareja de  niños ya rondaba los diez años por lo que no eran tan inocentes y les excitaban las travesuras fuera del alcance de los ojos de adultos; si los pillaban  seguramente la reprimenda no pasaría de un ceño fruncido del abu o quitarles el postre si la cosa era muy seria.  Así fue que penetraron en aquel santuario que en lugar de santos tenía instrumentos musicales, libros,  medallas,y fotos..Tenían toda la historia de la familia en sus manos mientras durara el informativo, afuera seguía lloviendo; bajaron la caja de  plástico grande con imágenes de toda las épocas de sus abuelos y padres.
El   silencio sospechoso alertó al dueño de casa que los encontró sentados en pleno despliegue de papeles y cartitas, menudo susto se llevaron al verlo parado allí con gesto de desaprobación y los brazos apretados a la cintura.
_ Perdón abu estábamos aburridos y tu ocupado...
_Guarden todo eso tal y como estaba,no debieron hacerme esto !
Pillados en su picardía  juntaron rápidamente todo para colocarlo en su lugar, el varón alzó a su hermana para que subiera hasta el estante alto con tanta mala suerte que tiraron al piso una caja más pequeña que estaba al fondo  con varios objetos, cartas y una fotografía.  muy antigua. Algo estaba claro, esa mujer no era su abuela.
Pidieron perdón por la travesura y picados por la curiosidad preguntaron quien era esa señora; demoró tanto en  responder que los chicos creyeron que no lo haría pero lejos de dar su nombre se puso a hablar sobre la valentía y la cobardía en tono solemne. Les dijo que cuando se desea algo con toda el alma hay que luchar por eso con uñas y dientes y vencer obstáculos y críticas, no ser cobardes.
_ Abuelo tú fuiste cobarde alguna vez ?
_ Sí , y todavía lo lamento.
Ya en sus camas los nietos  estaban pensativos y preocupados por la expresión del rostro tan querido,
_ Pero..no nos dijo quien era la señora !!
_ Mañana se lo preguntamos otra vez porque ahora está molesto o triste, está raro.
Esa noche el anciano demoró en irse a la cama y  tampoco comió postre, afuera el aguacero no cedía y otro más discreto comenzó a deslizarse por sus mejillas arrugadas .
Ya era tarde para todo, para buscarla ,pedir perdón..su gran amor ya no estaba en este mundo. Sólo le quedaba el recuerdo de haber sido tan  amado y el dolor de su propia cobardía..
Jennifer Gil Pesci