No podía seguir así, tenía que definir aquel
sentimiento, si es que lo era, no estaba seguro de nada. Durante el día lograba
acallarlo manteniéndose ocupado trabajando muy duro.
Cuanto más cosechara más dinero enviaría a sus
hijos, que solo veía en verano. Mientras,
tenía que
seguir cumpliendo con sus obligaciones de padre desde lejos. Su chacra era lo
único que le permitía mantener a sus hijos y a sus padres que se la habían heredado.
Cuando llegaba la noche esa mujer lo visitaba: lo miraba
hondo, sentía su aroma a vainilla y el calor de su piel, un calor que lo
quemaba por dentro. Oía su voz nombrándolo y se dejaba amar, todas y cada una
de las noches desde que la vio por primera vez. Ya había pasado más de un año
de aquello y ella seguía unida a él, metida en su alma en su cama, en sus
sentidos.
¿Porque no lo había rechazado? Se dejaba abrazar y se quedaba allí
temblando.
Él no sabía
hablarle bonito, no se atrevía a decirle que dejaría todo para irse con
ella si se lo pidiera; pero se lo decía igual, a su manera, con miradas llenas
de amor y deseo, acercándose mucho, exhibiendo su cuerpo fuerte semi desnudo
para que ella lo admirara. Otras mujeres
elogiaban sus músculos firmes y fuertes
intentando llevárselo a la cama. Ya no era un joven impetuoso mas bien un hombre maduro,un macho que moría
de amor por una hembra, sólo por una y ella lo sabía.
A veces la encontraba solitaria con la mirada
perdida, tan vulnerable que no podía
evitar abrazarla. ¿Porque nunca lo evadió?
Ambos sabían que ella se iría
algún día y así fue, era inevitable.
Varios días esperó noticias de su
arrepentimiento, vivía con el corazón palpitando como loco. Si volviera, entonces le daría
todos los besos que no atrevió, acariciaría todo su cuerpo despacito,saboreándola, haciéndole sentir su virilidad
hasta que sucumbiera al mismo profundo deseo; buscaría un lugar apartado
para hacerle el amor por horas.
¿Entonces que era aquello que no lo dejaba descansar
en las noches? Un embrujo, una ilusión o quizá ella misma.
Todas y cada una de las noches sufría, se quemaba,
la sentía a su lado y se negaba a abrir los ojos. Era una sensación
inefable sentir que lo nombraba bajito, lo rozaba con sus
dedos y lo miraba al alma como
entregándose siempre con ese olor a vainilla.
Pero, llegaba el día y ella se esfumaba
con el sol, entonces él trabajaba sin descanso para sus hijos que estaban menos
lejos que ella. No podía entender que se había ido y sin embargo volvía cada
noche con las estrellas a su cama a enloquecerlo de alegría de pasión,de amor. No lograba entender sólo sentir.
Un viejo sabio le había dicho una vez
que cuando alguien sueña mucho con una persona es que ella está pensando en ti. ¿Podría ser cierto? Ya no podía seguir así, algún día sacaría de su
mochila aquel papel con su nombre y teléfono y la llamaría para preguntarle si de verdad ella lo pensaba tanto. ¡Pero era tan lindo sentirla! Algún día…