Compartí esta experiencia con dos jóvenes chilenos Benjamín e Ignacio, los tres fuimos a la reserva natural más grande del Perú, bajo responsabilidad de "Jungler Explorer". Orlando Cueva, su gerente , nos asignó a Eulogio , el guía que nos acompañaría, más tarde se uniría Manuel,un guía de la propia reserva.
Con gran expectativa, entramos en la selva de los espejos, al atardecer luego de más de tres horas de viaje. Un lugar de aguas oscuras y tranquilas muy diferente al curso anterior. Hicimos un breve paseo de reconocimiento en bote fascinados por la exuberancia de fauna que nos recibía con su algarabía de gritos y bailes en un cielo rosa.
En el albergue nos esperaba Manuel, el otro guía que también haría de cocinero con el resto del equipo.
Debo decir que la ubicación del albergue es inmejorable. A la orilla del río y con una terraza que invita a relajarse, observando a los delfines juguetear a a pocos metros.
Dos dormitorios arriba , más dos abajo y una amplia cocina comedor , son lo básico en este albergue que además tiene su baño en la parte trasera de la casa..sin olvidar la terraza .
La primera noche cenamos pescado fresco " doncella con plátanos y arroz " más un rico café con leche evaporada. Dormimos agotados por el viaje y la ansiedad de la aventura. Una inmensa luna llena, molestaba a las aves nocturnas y ranas que hacían oír sus protestas. A intervalos, en este concierto de cantos se dejaba oír el suave sonido de los delfines al emerger.
El segundo día nos levantamos temprano , ya que en la selva amanece y oscurece antes. Salimos en el bote escuchando atentamente las explicaciones de Eulogio y Manuel sobre la flora y la fauna que iba descubriéndose ante nuestros ojos.
Aves prehistóricas, garzas, de todos los colores, guacamayos , tucanes, monos, perezosos, mariposas increíbles exhibiendose en toda su colorida belleza.
Llegamos a un lago, luego de atravesar un buen trecho de selva donde me maravillé con el Capinurí, árbol enorme con muchas propiedades medicinales y unos curiosos brotes que luego vería como artesanías. Luego conocimos una especie abundante en este suelo , el Renaco. Este es un árbol parásito que mata a cualquier otro que se cruce en su camino, con grandes lianas que van envolviendo a sus víctimas como una boa , hasta quitarle la vida.
El lago nos sorprendió porque a simple vista, veíamos un follaje denso y plano de color verde claro, sin imaginar que esas" lechugitas de agua " eran el salvavidas de las especies que a allí viven. Sin esa sábana verde que protege del sol, la vida en el lago sería imposible. navegamos el lago en una canoa con remos, único medio para trasladarse entre lianas, árboles caídos, camalotes y ramas. Observamos las aves en medio de un silencio propio del temor ya que nunca habíamos estado en un lugar tan primitivo y a ras del agua.
Saliendo del lago , el guía anunció la lluvia, en la que no creímos porque el sol brillaba en todo su esplendor. De pronto, un ruído ensordecedor se escuchó a lo lejos...era la lluvia !! parecía una cortina que se iba corriendo casi violenta delante nuestro. Me despojé de mi pañuelo y solté mis ganas a la lluvia fresca que pasó por nosotros dejandonos asombrados y frescos.
Después de almorzar " sajine " ( pecarí ), volvimos a la aventura para una pesca deportiva, de la cual solo fuí espectadora y fotografa. El gran reto de pescar pirañas , se convirtió en algo sencillo y divertido, al rato estábamos hartos de ellas y bajo techo esperando otra aventura,la búsqueda de animales nocturnos.
Partimos hacia una población cercana, el pueblo 20 de enero,para nosotros, casi un shopping...cervezas frescas , cigarrillos , refrescos, una gran carga de aguaje esperando ser embarcada y mucha gente .
Los nativos se reúnen en la noche fresca para charlar, jugar futball y bailar al ritmo de una música atronadora y beber. Después de una bebida fresca nos movimos hacia una parte más tranquila del pueblo, alumbrados únicamente por nuestras linternas ; nos internamos en el jardín de una casa para descubrir varias enormes tarántulas alojadas en las plantas por doquier, ranitas venenosas, mariposas nocturnas y algunas presencias invisibles pero latentes.
Por ese día había sido suficiente, pero al llegar al albergue nos esperaba una rana gigante en el patio y una enorme sanguijuela en la puerta en busca de alimento.
Nunca me imaginé que diría esto...cené lagarto !! y no puedo decir que era feo..estaba exquisito...toda una experiencia .
El último día nos levantamos al alba, no sin protestar, estábamos de vacaciones y madrugando ! Nos esperaba una larga caminata muy larga por otra zona de la selva, cerca de tres horas, que sumadas a las horas de regreso, justificaban la madrugada.
Caminamos entre pendientes, a la sombra profunda de una vegetación tupída,llena de miradas alertas a nuestro paso. Aprendimos mucho de nuestro guía que nos regaló una estupenda clase sobre botánica y zoología. Conocimos a la temible izúla conocida también como perro-hormiga, vimos gigantes termites hechos a lo largo de los troncos, cruzamos pantános y por primera vez..mataron un animal, un jergón, serpiente muy venenosa que esperaba en nuestro camino.
Manuel , el guía nativo, buscaba afanosamente para nosotros un caimán, emulando sus sonidos para atraerlo. El gran caimán negro que habita en esos pantanales , respondió con un rugído y a continuación escuchamos una zambullida muy fuerte que nos dió la idea del tamaño de la criatura que se ocultó de nosotros.Creo que fué mejor así..no quisiera estar de frente con ese animalito, al menos yo.
La caminata valió la pena, porque llegamos donde un árbol inmenso, llamado Lupuna , que se aferra al suelo en una extensión proporcional a su altura ; debía tener como cincuenta metros de ancho por mas de 30 de altura. Supimos que allí hay varios ,pero su majestuosidad bastó para varias fotos y mecernos en sus lianas al mejor estilo de Tarzán. Magnífico !!, valió la pena el sacrificio y los insectos impertinentes y consecuentes con su tarea..picarnos !.
El regreso fue extenuante y mi tiempo en la reserva se agotaba. Orlando vendría por mi al mediodía y había sido una mañana muy larga y valiosa. Ahora nos esperaba un buen plato de carne de res para reponer energías.
En este último regreso al albergue, navegamos tranquilamente, observando el paisaje grandioso que quizás no volvería a ver, acompañados por los delfines rosados y grises que nos acompañaron todo el trayecto.
De pronto Eulogio divisó en lo alto de un árbol, un simpático perezoso tomando sol; ante mi emoción, él y Manuel , lo bajaron sin hacerle daño para que lo tuviera en mis brazos y fuera la delicia de los chicos chilenos también.
Esto fue lo mas bonito que alguien haya hecho por mi, gracias a los dos guías por eso !!!Esa fue la perla de mi estancia en Pacaya Samiria...luego en el mercado de Belén ..vería otros animalitos curiosos, pero en otras condiciones, cautivos o muertos..pero eso.........es otra historia.
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